viernes, 31 de mayo de 2013

Estructuralismo


El pensamiento de cada época se ve reflejado en sus producciones culturales. Filosofía, Arquitectura, Arte, Literatura y Música son representaciones de un momento determinado de la Historia que acaban por convertirse en retrato fiel del sentir colectivo.

De esta manera, los cambios profundos que transforman la sociedad inevitablemente se traducen en nuevos movimientos culturales que se adaptan a las nuevas circunstancias. Tras los años de posguerra y de crisis social, política y económica era de esperar que la década de los 50 y los 60 trajera consigo transformaciones en todos los niveles culturales.

Un nuevo pensamiento, el existencialismo, había puesto el foco de atención en el ser humano y en el significado de su vida. Esta corriente filosófica sostenía, en la obra de Jean Paul Sartre, la libertad del hombre y la responsabilidad de sus actos. Lo que determinaba al individuo no era su naturaleza sino sus circunstancias, es decir, cómo actuaba y lo que era capaz de conseguir dentro de las restricciones de sus propias posibilidades.

Man is the way he is made, but the point is what does he make of the way he is made    Jean Paul Sartre

En torno a la figura del hombre y al sentido de su existencia giraron las obras de escritores como Kafka o Albert Camus y de cineastas como Ingmar Bergman. En Arquitectura surgieron las ideas, más humanizadas, del Team X sobre la organización de la ciudad desde las relaciones sociales. El grupo formado por los Smithson, Van Eyck, Jacob Bakema, Georges Candilis, Shadrach Woods, John Voelcker y William y Jill Howell planteaban un trazado más complejo de los núcleos urbanos basado en los grados de asociación, con el objetivo de lograr un sentimiento de pertenencia y de identidad con el barrio y la ciudad.

      Diagrama de las escalas de asociación, 1956, Alison y Peter Smithson


Dentro de la propia filosofía, el existencialismo dio lugar a otra corriente de pensamiento, el estructuralismo, liderado por Claude Lévi-Strauss.

Este movimiento tomó como referencia los estudios del lingüista Ferdinand de Saussure sobre la distinción entre langue y parole, lenguaje y habla. El lenguaje, la estructura por excelencia, nos permite expresar todo lo que puede ser comunicado verbalmente a partir de unas simples reglas. El habla, que sería el uso particular que cada uno hace del lenguaje, es posible gracias, precisamente, a esas reglas que la limitan y, paradójicamente, debe a esas normas su libertad de uso.

El antropólogo Lévi-Strauss extendió esta idea a la imagen del individuo cuyas posibilidades son constantes y fijas. A través del estudio de los mitos y leyendas observó temas recurrentes a todos los pueblos y llegó a la conclusión de que a través de la aplicación de unas reglas de transformación se conseguía un alto grado de correspondencia en la estructura general. Es decir, los patrones de comportamiento de las diferentes culturas eran transformaciones unos de otros. Aunque diferentes, la relación con respecto a su propio sistema sería, en principio, constante.

In the same way, if you compare a photograph and its negative –even though the two images are different- you will find that the relationships between the component parts remain the same.  Michel Foucault

El ser humano estaba limitado por unas reglas que se repetían en todas las culturas. Lo realmente importante era cómo se amoldaba el hombre a esas reglas para actuar libremente. El resultado de esa libertad eran las diferentes culturas, transformaciones unas de otras, diferentes versiones de un mismo juego.

Del mismo modo, Noam Chomsky, lingüista americano, comparó los diferentes idiomas de una manera similar a cómo Strauss comparó los mitos, y concluyó que tenía que existir una habilidad lingüística común a todos los hombres. Tomando como punto de partida una gramática generativa descubrió una suerte de patrón subyacente con el que se podían trazar todos los lenguajes y que demostraría esa habilidad innata. Diferentes idiomas, como los diferentes modos de comportamiento, podrían entenderse como transformaciones unos de otros, es decir, distintas posibilidades dentro de un mismo sistema.

En Arquitectura, estas ideas podrían llevar a pensar que la creación de formas y organizaciones espaciales en diferentes lugares se debería a una habilidad innata en todos los hombres para llegar a diferentes interpretaciones de esencialmente las mismas formas arquitectónicas.

Todas estas teorías se reflejaron particularmente en las ideas de Aldo Van Eyck sobre cómo debía ser la arquitectura y encontraron su mayor desarrollo en la obra de su discípulo Herman Hertzberger. Ya en 1959 en su ponencia en el congreso de Otterlo, Van Eyck declaró su interés por la naturaleza intemporal del ser humano:

El ser humano es esencialmente el mismo, siempre y en todo lugar. Tiene la misma capacidad mental aunque la use de manera diferente según su origen social y cultural, y según el particular modo de vida del que resulte formar parte. Los arquitectos modernos han insistido continuamente en lo distinta que es nuestra época hasta el punto de que incluso ellos han perdido el contacto con lo que no es distinto, con lo que es siempre esencialmente igual.
BY US FOR US Diagrama presentado por Van Eyck en Otterlo, 1959.


En su proyecto del hogar infantil de Amsterdam reflejó su interés por las transiciones entre lo que él consideraba conceptos idénticos y universales: interior frente a exterior, casa frente a ciudad. En esta escuela Van Eyck puso de manifiesto su concepto de claridad laberíntica mediante una secuencia interconectada de unidades familiares abovedadas, unidas todas bajo una cubierta única. Esta claridad laberíntica podía entenderse como la aplicación en Arquitectura de ese concepto unificador que hablaba sobre la condición invariable del ser humano.



Orfanato Municipal de Amsterdam 1955-1960, Aldo Van Eyck




Todas estas ideas fueron desarrolladas también en la obra de Herman Hertzberger, donde la influencia del estructuralismo se hace todavía más evidente.

Según Hertzberger, la forma de los edificios constituiría su parte variable e interpretable, el elemento transformable que configuraría los espacios, pudiendo ser adaptado a funciones diferentes. Es decir, una forma no tendría necesariamente que responder a una única función. La forma y el uso están estrechamente relacionados pero se influencian mutuamente. Es lo mismo que ocurriría entre la colectividad y la interpretación individual.

Hertzberger explica este concepto comparándolo con el lenguaje y el habla, con las nociones anteriormente citadas de langue y parole. El habla es una interpretación individual del lenguaje. Sin embargo, el lenguaje es a su vez influenciado por lo que a menudo se habla y, por tanto, cambia bajo esa constante influencia. El lenguaje no solo determina el habla sino que es determinado al mismo tiempo por ella.

Esto llevaría a pensar en un espacio interpretable en el que forma y función e individualidad y colectividad se interrelacionasen.

Ahora bien, si la forma es interpretable, debe existir un elemento ordenado y constante que dé unidad al edificio. Este elemento es la estructura.

De esta manera, el proyecto implicaría el diseño de una estructura constante e inalterable programada para acomodar todas las actividades que se requieran. La unidad resultante se debe a la estructura, entendida como patrón fijo que permite la variación de las distintas partes que componen el edificio para adecuar la máxima variabilidad de usos. Estas partes  acaban por ser transformaciones unas de otras, fácilmente modificables en base a los requerimientos del programa. A pesar de las variaciones, la relación entre las distintas partes (de un modo similar a lo que ocurre en las culturas y el lenguaje) es la misma dentro del sistema, gracias precisamente a la estructura.

A la luz del estructuralismo lenguaje, comportamiento y arquitectura podrían ser entendidos como sistemas regidos por una estructura subyacente (tangible, en el caso de la arquitectura) que limita y a la vez permite su libertad.

La aparente paradoja entre rigor y libertad puede entenderse fácilmente con la comparación que hace Hertzberger con el juego del ajedrez. Aunque sujetos a un sencillo conjunto de reglas que gobiernan el movimiento de las piezas, los buenos jugadores son capaces de crear una infinita variedad de posibilidades. Cuanto mejor sea el jugador, más rico es el juego y a base de la experiencia se crean sub-reglas que influyen en las normas oficiales y contribuyen a regular el sistema. Las normas iniciales, mejoradas por los jugadores experimentados, no restringen la libertad, sino que más bien la crean.

Los patrones y las interpretaciones se influyen mutuamente mejorando el sistema.